jueves, 30 de octubre de 2008

Cassette


Tenía diez años cuando descubrí que se hacía rock en español, el día en que mi hermana volvió de la secundaria con El silencio de Caifanes en cassette comprado en un centro comercial por cincuenta pesos. Si bien el rock mexicano se fermentaba desde la década de los setenta fue el inicio de los años noventa cuando aquellas bandas formadas hacia finales de los ochenta se consolidaban de a poco entre algunas estaciones de radio en la Ciudad de México como WFM o Rock101 demostrando a las disqueras que el rock mexicano podía ser rentable. Era el tiempo en que la Maldita Vecindad, Fobia, las Victimas del Doctor Cerebro o Café Tacuba presentaban videos por el MTV Latinoamérica junto a bandas como Soda Stereo, Los Aterciopelados o los Fabulosos Cadilacs.

Para la segunda mitad de los noventa, una vez probada la convocatoria juvenil del rock hispanoamericano en festivales aislados como Nuestro Rock (México, 1995), o Rock al Parque (Bogotá, 1995) un programa especial de MTV que hacía un recorrido del rock latino llamado Rockumental terminaba con declaraciones de Micky Huidobro, vocalista de la recién formada banda Molotov afirmando a la cadena norteamericana que “la gente ya no estaba escuchando lo mismo”. Surgía en México una nueva camada de bandas en su mayoría provenientes de Monterrey, Nuevo León en lo que se consideró la avanzada regia del rock mexicano: Plastilina Mosh, Control Machete, Jumbo, Zurdok, Molotov o Resorte , entre otras, iban un paso más allá de la generación que le precedió, ratificando la importancia de la música para jóvenes en sus distintas formas —rock, hip hop, metal, pop rock— no sólo en las cadenas de videos o las estaciones de radio como Telehit o Radioactivo, también en festivales y presentaciones que dieron paso al primer Vive Latino en 1998, el festival más consolidado de la ciudad. Recuerdo bien que era mi último año de secundaria y mis amigos y yo nos dirigimos al Foro Sol con patinetas en mano —inspiradísimos por la película Kids (Larry Clark, 1995)— para ver a bandas de todo el continente, desde los argentinos Todos tus muertos hasta Tijuna No en la frontera norte con Estados Unidos.

Con el cambio de siglo, algunas bandas desaparecieron mientras otras aparecían con sonidos distintos y públicos diversos: Zoé, Kinky, Austin TV o Nortec son apenas algunos de los ejemplos de agrupaciones que si bien han contado con el respaldo de las generaciones anteriores se han enfrentado a nuevos esquemas en la industria musical como es la piratería, el acceso generalizado a Internet o la producción independiente.

Actualmente existe una gran cantidad de bandas, dj´s o agrupaciones en formación y circulación en la capital mexicana, trabajando de manera independiente a través de las redes sociales como el myspace o el facebook desde sus computadoras y equipos caseros bajo el esquema hágalo usted mismo. No en vano apareció un esfuerzo editorial independiente titulado Sonidos Urbanos, que en su primera edición sobre el Distrito Federal hace una recopilación importante de aquellas bandas formadas entre el 2000 y el 2005, rescatando con fotografía y entrevistas a cerca de 150 bandas capitalinas.

Lo interesante de la escena musical actual en la ciudad pasa a través de su historia, con una gran cantidad de opciones semana a semana para los distintos géneros y los distintos públicos en foros tan diversos propios de una ciudad con más de 20 millones de habitantes. Como ejemplo, durante el último mes se han presentado desde bandas internacionales como Nine Inch Niles, Flaming Lips o Judas Prist hasta bandas hispanohablantes de las distintas generaciones: La Maldita Vecindad con Manu Chau, El Tri, Andrés Calamaro, Fobia o el Insituto Mexicano del Sonido de los más recientes.

La historia musical de esta ciudad parece decirnos algo, desde hace 3 décadas que cada diez años se da un resurgimiento importante de bandas, ideas, conceptos y públicos, que se entrelazan con los que vienen en camino. El futuro está por verse, mientras llega aquí guardaré los viejos cassettes de mi hermana que ahora asiste a conciertos de The teenagers en Nueva York, mientras yo escribo desde la Ciudad de México.

lunes, 18 de febrero de 2008

Fumar era un placer, genial, sensual


El pasado 14 de febrero recibí un montón de dulces en una caja con forma de cajetilla Marlboro que al costado decía: Dejar de fumar reduce importantes riesgos para tu salud. Por lo que este producto no contiene tabaco, nicotina, alquitrán, vamos ni siquiera hojas de lechuga.

Recibir dulces en una cajetilla de cigarros a casi quince días que deje de fumar lo pone a uno a pensar sobre las implicaciones del tabaco, no sólo a nivel salud que ya bastante se ha difundido sobre sus efectos nocivos, sino a nivel económico o social. Un excelente ejemplo es la cinta Thank you for smoking (Jason Reitman, 2006) donde se plantea de manera irónica la lucha mediática de las grandes compañías tabacaleras contra la satanización al consumo del tabaco impulsadas por algunos sectores conservadores en aquel país, donde el consumidor final nunca es un fin, siempre es un medio.

La tendencia para reducir el consumo de tabaco es global –como toda la filosofía verde– y en ciudades como Nueva York, París, Roma o Buenos Aires ya se ha legislado para prohibir fumar en lugares cerrados. Desde el enero pasado en la Ciudad de México han comenzado a destabaquearse algunos restaurantes, bares, hoteles que no cumplen con la norma de separación de áreas.

Primero salieron de circulación comerciales de cigarros en televisión, después fueron borrados de las caricaturas de Disney retroactivamente y ahora todo indica que eso de “fumar es un placer, genial, sensual” de Gardel ya no va más y los John Wayne en el cine están destinados a desaparecer.

Los nostálgicos argumentan que esta ley atenta contra la bohemia y la libertad en sí misma; para otros, el espíritu de esta ley se entiende como un derecho conquistado por los futuros ex-fumadores pasivos. ¿debemos estar dispuestos al cambio a pesar de nosotros mismos y nuestra libertad de llenarnos de humo los pulmones?, ¿y los que no fuman que se aguanten? No lo sé, a mi me parece que empezaremos por hacer más fiestas caseras y terminaremos fumando menos de cualquier forma, lo cuál esta bien.

Para terminar y a manera de homenaje pre-mortum le hize una foto a una publicidad destinada a desaparecer, los cerillos de restaurantes, bares y hoteles. Mi souvenir favorito.

viernes, 1 de febrero de 2008

El condensador de flujos

Interesante fue navegar por la blogósfera a principio de este año, cuando el mes post-vacacional de enero estaba plagado de recuentos sobre lo mejor y lo peor de dos mil siete, algunos valientes anunciaban sus propósitos e intenciones para el año nuevo y la mayoría aprovechó que las cortinas se abrieron y cerraron para renovar baterías.

Con febrero no sucede lo mismo, el entusiasmo de iniciar un nuevo ciclo terminó hace tiempo y volvimos a ser arrastrados por la fuerza de lo cotidiano y lo normal. Los “dejar de fumar”, “disculparme con”, “viajar a” han sido sustituidos por “apagones en la ciudad”, “super bowl”, “nuevos amores” o “Carmen Aristegui”. No sólo es natural que así suceda, es bueno.

Si bien es cierto que los que nos “distingue” de los animales es la capacidad de proyectar a futuro a partir de la revisión del pasado, tenemos dificultad para vivir y disfrutar el ahora.

Algunos aseguran que nuestra generación vive solo para el aquí y ahora, pero realmente nos educaron para vivir con una ansiedad anticipada, con la creencia de que el futuro será mejor, que el progreso viene de frente, de la misma forma que el ipod touch es mejor que el ipod photo.

Vivimos demasiado pensando en el futuro, sin disfrutar el presente, incluso en los momentos donde disfrutar el ahora no puede ser más sencillo –como un concierto– andamos sacando la camarita del celular para después vivirlo de nuevo. Estamos añorando el pasado que ya fue e imaginando un futuro que todavía no es.

No es que no tengamos que proyectar a futuro, hacer planes o forjarnos metas, el problema es esperar que el futuro llegue de repente sin pasar por el ahora. Creo que estaría bien apreciar un poco más el momento, comprometerse con él y hacer más fotografías mentales. Lo dice alguien que se gana la vida capturando momentos para el después.

P.D. He decidido dejar de fumar por el mes de febrero, ni modo que me comprometa para siempre… que tal si no puedo. Otro problemita de los de ahora.