lunes, 16 de julio de 2007

Para masoquistas despilfarradores


De todas las profesiones y oficios que existen actualmente, ser odontólogo debe ser –sólo detrás del policía de tiendita- la profesión más ingrata del mundo. No hay persona alguna que diga “¡Ahuevo hoy me toca ir al dentista!”

¿Cuándo fue la última vez que vimos a Clive Owen protagonizando a un dentista?. ¿cuándo fue la última vez que un odontólogo apareció en la portada de la revista TIME?, ¿cuándo fue la última vez que en una sobremesa hablamos de la los incisivos laterales superiores? ¡JAMÁS!

Y es que en verdad es jodido ir al dentista. En primer lugar usted permanece sentado en una salita de espera donde normalmente habrá niños jugando, gritando o llorando y para distraerse sólo encontrará revistas atrasadas de Vanidades o Caras en el mejor de los casos.

Una vez adentro, su labor consiste en recostarse los siguientes 40 minutos con la boca abierta y de frente a una lámpara. Mientras el o la dentista introduce objetos metálicos que harán de su boca una fiesta de esmalte en dónde la única música es el “Zzzzz” que le pondrá la piel de gallina.

Cuando usted crea que no puede estar más incomodo, la asistente del dentista (nada en contra de los asistentes) se asomará para cerciorarse que lo aprendido hasta ahora da buenos resultados, mientras le saca la saliva con un tubito que parece esconder su lugar de origen.

Si ya esta aburrido, no se preocupe, la doctora lo entretendrá con preguntas generales como ¿fumas?, ¿duele?, ¿qué tal la escuela?... que usted nunca podrá contestar porque, claro, tiene la boca abierta.

Al final de la sesión, cuando piense que todo ha terminado, acuérdese que todavía falta pagar por la tortura, ¿no es este el lugar perfecto para un masoquista despilfarrador?

Pobres odontólogos la verdad es que lo último que uno hace es darle las gracias, después de todo pudieron haber escogido otra carrera,
aunque sea alguna de las 13 más saturadas según un estudio reciente: Derecho, Administración, Contaduría, Ingeniería en Computación y Sistemas, Formación Docente en Educación Básica, Pedagogía, Mercadotecnia, Arquitectura, Ingeniería Mecánica e Industrial, Medicina, Ciencias Políticas y Comunicación.* Así al menos estarían de nuestro lado.

Por cierto me sacaron la muela el fin de semana. ¿rencor contra mi dentista? ¡JAMAS!


* Estudio realizado por la ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior) sobre "Mercado laboral de profesionistas en México, diagnóstico y perspectiva al año 2010". Dato: http://www.cuarto-poder.com.mx/.

4 comentarios:

Iván Islas (1976) dijo...

Y sé de algunos que han llegado a los 50 y no han necesitado de odontólogos (me refiero a quitarles caries, endodoncias o cosas por el estilo). En cambio, hay quienes definitivamente estamos condenados a visitar al dentista muy seguido.
Saludos!

Masteryoudas dijo...

Efectivamente paquitE, como bien señalas, si ser dentista es TAN malo, entonces ¿porqué estudian esa profesión? Seguro hay una buena razón, ¿dinero? ¿el poder de sentir que se tiene el control sobre la boca de alguien? ¿Querer ser el mejor en practicar una endodoncia sin dolor? ¿Enamorarse de un paciente que para su fortuna fue la princesa Carlota de Mónaco, quien en una gira a México no soportó que una hebrita de carne molida se le quedara entre los dientes y tuvo que correr al dentista más cercano que para su suerte (buena o mala) fue precisamente él? ¿Saber que con tan sólo 5 horas en 5 días pueden juntar lo suficiente para traer un carro casi de lujo? No lo sé, pero yo pienso que es puro amor al arte...

Alma dijo...

Aunque no lo creas, una vez que pasaste toda una vida visitando al dentista -te lo dice alguien que portó brackets durante 6 años, previos otros 6 de frenos y paladares, mi dentadura estaba realmente jodida- le empiezas a tomar cierto cariñito, hasta lo llegas a ver como un tío que si te portas bien, al final te regala una pastita de dientes de sabor...

Anónimo dijo...

Ay Sopita de Fideo!